martes, 7 de octubre de 2008

Opinión pública y poder

Betuel Bonilla Rojas
Siempre he creído que la opinión pública es lo más necesario en los medios de comunicación, que sin ésta quedamos con el panorama frío y desabrido de las noticias, ésas en las que todos los medios coinciden. Lo diferente siempre son las columnas de opinión. La gente las lee, o las escucha, con la esperanza de que la voz de los columnistas coincida con la suya, que ellos digan lo que al resto le está negado decir. Por eso una columna debe ser, ante todo, un ejercicio de responsabilidad y de libertad, nunca de complicidad con los gobernantes. Porque resulta más o menos cómodo andar alabando a un alcalde, o al menos eso esperan ellos que uno haga, que los alabe y luego pase por el respectivo contrato. Por el contrario, si uno oye a la gente, y dice, por ejemplo, que un alcalde no ha hecho nada de lo que tanto prometió, entonces ese alcalde les ordena a sus funcionarios que anulen al sujeto que habla mal de la alcaldía. Ni siquiera tienen el cuidado de usar los términos precisos, de utilizar algo así como “mi administración”, sino que entienden lo suyo como el cargo en sí mismo, como si despacho y funcionario fueran uno solo. Y entonces los columnistas somos sus enemigos porque denunciamos lo mal que ellos actúan, lo inescrupulosos que son. Yo prefiero que sigan odiando a los columnistas, pero que los sigan oyendo para que sepan que no todos nos amedrentamos ante el poder, que no todos deliramos por sus contratos.