martes, 24 de noviembre de 2009

Tectónica

Betuel Bonilla Rojas
Mi hijo tiene 14 años y baila tectónica. Él es apenas uno entre cientos, quizás miles, de jóvenes neivanos a los que atrae esa música delirante y esos pasos pintorescos que uno no entiende pero que disfruta desde la distancia. Supongo que su fervor es parecido al que nosotros experimentamos oyendo al grupo Menudo, o bailando el rock and roll de Presley y Travolta. El pecado de estos jóvenes es similar a los nuestros cuando teníamos su edad. No obstante, por sólo bailar, por sólo usar pantalones de colores, ya portan con el estigma de personas y grupos intolerantes. Baste mencionar, por ejemplo, la manera ultrajante y desmedida con la que son tratados por los celadores del Centro Comercial San Pedro Plaza. Ellos dicen que reciben órdenes de la Administración, y yo les creo. Supongo que los vigilantes también bailaron boleros, también se entusiasmaron con la canción y el peinado de moda. Creo, en cambio, que la Administradora de dicho Centro Comercial, Cielo Ortiz, olvidó sus años mozos, que sus nostalgias vienen de tan lejos que ahora le repugna ver la euforia de la juventud en los demás. Eso es fascismo puro, exclusión injustificada, atropello contra los otros.

Lanzamiento de Antología Poética

El poeta Guillermo Martínez González y Betuel Bonilla en la presentación del libro Consejo para la buena muerte, de Esmir Garcés. Casa Fiscal del Huila. Bogotá.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Civilización y barbarie en Neiva

Betuel Bonilla Rojas
Cierto automatismo, cierta falta de decencia, cierto olor a ética de ciudad grande se siente en Neiva. Hace rato que Neiva dejó de ser la parroquia de veinte casas para hacer el tránsito, no siempre beneficioso, hacia una ciudad intermedia. Y esto se nota en el recelo de la gente, en la poca solidaridad que reina entre los transeúntes, en la escasa cordialidad que mora entre quienes transitan a pie, o en carro, o a caballo. Como en las ciudades grandes, en Neiva lo mejor es desconfiar de quien camina a nuestro lado, del taxi que tomamos, del dulce que nos ofrece nuestra compañera de silla. Billetes falsos, aromas deliberadamente almibarados y dulces untados de infierno rondan en cualquier esquina. En Neiva la muerte es ese algo que nos puede estar esperando en el sitio menos previsto, bajo la apariencia de una bomba, de un indigente que amaneció indispuesto o de un ladrón molesto porque sólo halló el dinero del colectivo en nuestra lamentable billetera. Del pueblo queda sólo el caciquismo, el político inescrupuloso que maneja la ciudad como si él fuera un mayordomo y los habitantes el ganado que hay que guardar después de las seis de la tarde.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Escritoras en el Encuentro Nacional de Escritores, Neiva,octubre 27, 28 y 29 de 2009

Pilar Quintana, Amparo Osorio y Guiomar Cuesta, orillas del rio Magdalena, Neiva

Acto de contrición

Betuel Bonilla Rojas
Hoy he decidido, políticamente, hacer un acto de contrición. Nunca, pero lo que se dice nunca, pensaré en el Polo Democrático Alternativo como una opción válida para el poder mientras siga siendo representado por politiqueros tradicionales, peores que los de la derecha, como el Diputado Dilberto Trujillo. Si alguien cree que Dilberto representa a la izquierda, a los principios y las necesidades del pueblo, entonces el atroz Jaime Bayly resultaría ser una reencarnación de Ho Chi Minh. Tampoco volveré a creer, ingenuamente, que por el simple hecho de haber tenido un roce con la cultura, políticos como Raúl Rivera encarnen la defensa de la misma, ésa con la cual consiguieron los votos suficientes, entre ellos el mío, para codearse con los otros políticos y olvidarse de sus promesas. Creo que en adelante votaré menos por los partidos y por las ideas que representan y más por la mirada de los políticos, por sus programas, así los manden al traste apenas suban y me toque hacer un nuevo acto de arrepentimiento. Apostilla: Felicitaciones por el V Encuentro Departamental de la Cultura.