martes, 8 de julio de 2008

Jóvenes, a dormir temprano

Betuel Bonilla Rojas

Si un hijo mío anda en la calle, no importa la hora, es responsabilidad de él y de quienes estamos a su cargo. Si el muchacho es lo que llamamos juicioso, sabemos que sin fijarnos en la hora estará haciendo lo socialmente correcto, que no estará lesionando a nadie, en especial a él mismo. Por eso son nuestros hijos y confiamos en ellos. Si, por el contrario, es un hijo calavera, de ésos que desbordan nuestro control, poco o nada podemos hacer si queremos amarrarlo a la pata de la cama. Quizás sólo el diálogo familiar y un especial cariño logren rescatarlo, y eso es un asunto íntimo. Por eso me parece injusto, arbitrario y abusivo que un gobierno, cualquiera que éste sea, se arrogue el derecho de determinar a qué hora deben ir a dormir los jóvenes, que los obliguen a refugiarse en sus casas como si eso garantizara una mejor persona, una mejor ciudad y un mejor gobierno. Cuando un gobernante no tiene nada inteligente qué hacer se dedica a copiar decretos y normas sin siquiera analizarlos. Esto, apoyado en las fuerzas del orden, que para reprimir son expertas. El toque de queda a menores de edad es un claro ejemplo de un fascismo sin conocimiento de causa. Si de verdad quieren ayudar a los jóvenes provéanlos de espacios, pongan a funcionar las casas de la cultura y los escenarios deportivos, hagan nuevos sitios en los que los jóvenes puedan saciar toda su energía. Los que deben acostarse temprano son los abuelitos, y los gobernantes que no pueden con sus culpas.

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