lunes, 25 de agosto de 2008

Las veleidades de los artistas

Betuel Bonilla Rojas
Desde tiempos remotos los artistas, asumidos como intelectuales, han sido la conciencia crítica de los políticos, de ésos que dirigen sin necesidad de pensar mucho. Es normal que ellos opinen en los periódicos, cuando los periódicos son decentes y dejan opinar. Así ocurre todavía en El país, de España; en La Nación, de Buenos Aires; o en Le monde diplomatique, en Francia. Y esas opiniones le dan carácter y personalidad al periódico, hacen que los lectores confíen en lo que allí se dice. Un periódico lleno de políticos y personajes de la farándula local opinando pertenece al orden de la comedia, como dijo Nietzsche. Por eso no es tan conveniente que los artistas les celebren los cumpleaños a los políticos, o los abracen en público, o les acepten favores y nombramientos. Cuando haya que denunciarlos esto parecerá una deslealtad, una traición. En Neiva y el Huila es costumbre ver a los artistas de la mano del poder, lanzándole loas para después cobrar por ventanilla. Y llega a tanto el cinismo que en una pareja de artistas el esposo hace campaña por un bando, y la esposa por el otro, por si las moscas. También es costumbre que artistas que se volvieron famosos a las malas se van de la ciudad y envían cartas desde el mar pidiendo pasajes a lugares exóticos, o compras millonarias de libros que de otro modo no se venderían. Adhieren públicamente a los liberales, por ejemplo, y luego negocian con los conservadores, otro ejemplo, y suponen que los políticos no tienen memoria. Y si el negocio no sale para eso están los senadores amigos, ésos que reconocen públicamente contar con cuotas fijas en los gobiernos. Uno sabe que los políticos no tienen escrúpulos, pero memoria sí tienen, y mucha, y de un solo color.

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