miércoles, 20 de agosto de 2008

Una mala pieza teatral

Betuel Bonilla Rojas
La escena en un comienzo era ridícula. Luego, vista en frío, era chocante, mostraba nada menos que dos de los peores vicios que se tienen en el Huila. De un lado, dos eminentes profesores de la Universidad Surcolombiana, con procesos disciplinarios abiertos y sueldos de por lo menos cinco millones de pesos cada uno, hacían antesala para saquear el erario público, para llevarse unas migajas del diezmado presupuesto de cultura del Municipio. Lo curioso era verlos desvalidos, tragándose su arrogancia y sus ínfulas de genios frente a alguien menos preparado, menos inteligente. Del otro lado estaba la funcionaria estrella del gabinete de Héctor Aníbal, ésa que él mantuvo en su puesto por la pura terquedad de no reconocer que se había equivocado, que apenas empezando su administración tenía una incómoda piedra en el zapato. Pero bueno, en política lo sano no es actuar correctamente, sino cancelar las deudas contraídas en campaña. Y en esa escena de mala pieza teatral se ponían en evidencia, a su vez, dos cosas terribles. En primer lugar, como escribió William Ospina, el propio país hizo de los colombianos unos mendigos, seres que, sin importar su condición económica, se enseñaron a vivir pidiendo limosna, a oler cada moneda que se detecta para raparla sin el menor rubor. Lo curioso es que estos dos profesores hacen de sus clases unas trincheras para hablar pestes del Estado, ése mismo al que de, rodillas, le piden una limosna. En segundo lugar tenemos que en política no siempre llegan a los cargos los más inteligentes, sino los más astutos, y eso no es muy conveniente que digamos. La escena era real, aunque parecía un montaje, una siniestra caricatura hecha por un pintor que se reía de lo mal que andan las cosas en el Huila.

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